¡Ojo al pilloducto!

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Justifica la agenda la necia retórica del bienestar y el mejoramiento comunales, ese bienestar y mejoramiento que le importan un comino a quienes ahora nos gobiernan. En el pilloducto se ensaya una maroma desesperada, cuya necesidad nadie hubiera sospechado aquella noche histórica de noviembre del dos mil ocho. Volvamos, en sucinto, a aquella noche, como si repasáramos escenas de una película.

Imborrables resultan las imágenes de cuando el licenciado Luis Fortuño, acompañado de su esposa, el próximo comisionado residente en Washington y la esposa de éste, aceptó la elección como nuevo gobernador de Puerto Rico. La multitud vitoreaba, borracha de entusiasmo.

Un sentimiento distintivo parecía realzar las imágenes. Y era el sentimiento que tanta lozanía auguraba una política aperturista y comprometida con el mejoramiento de TODO puertorriqueño. Es decir, innovadora dentro de lo que permiten las restricciones de nuestra condición de país subordinado a otro. E innovadora, tomando en cuenta, el conservadurismo esencial del gobernador Fortuño.

Dicho conservadurismo facilitó la alianza público-privada entre su gobierno y nuestro fundamentalismo religioso. Por alabar a Jehová, escogidos burócratas de la fe reciben un pecaminoso salario mensual, bono de navidad, más cotizan para una pensión jugosa del Seguro Social. ¿Será que con el diezmo no les basta o será que, efectivamente, el diablo es puerco?

La lozanía que rociaba al cuarteto en la tarima sugirió indicios de ruptura con los usos del liderato anterior del Partido Nuevo Progresista. Que calló, o se fingió ajeno, ante el ondeo de la bandera de la corrupción durante la gobernanza del doctor Pedro Rosselló.

La histórica noche de noviembre del 2008 no todo era lozanía y promesa de aperturismo e innovación. Pues, subrepticiamente, a la tarima de la victoria comenzaron a subir zorros arrugados, cuya prosperidad financiera va ligada a la militancia en el anexionismo recalcitrante. También subieron otras figuras, menos conspicuas entonces, que integrarían la actual vanguardia colmillúa de la colectividad.

Natural era la presencia en la tarima de la fauna referida. La tentación de subir al carro de la victoria se hacía irresistible. Como irresistible se hacía celebrar el aplastamiento simbólico del otrora fuerte Partido Popular Democrático. Tenían...

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