¡A trabajar se ha dicho! Voluntariamente...

Por Roselyn Sánchez

Especial El Nuevo Día

Después de todo, no hay satisfacción más grande que la de ayudar al prójimo sin reservas ni expectativas. En esta columna que les escribo, mis temas siempre giran alrededor de los miles de perros, gatos, animales abusados y realengos en la Isla.

Ese es el tema en cuestión una vez más, y en esta ocasión me encanta porque tengo el presentimiento que quizás...si! a lo mejor... convenzo a dos o tres con mi plegaria.

Sé que estamos todos ocupados, tenemos vidas bien complicadas y sacar un tiempito para olvidarnos de nosotros y ser desprendidos es casi imposible. Pero les garantizo, que si se animan y hacen un pacto con su conciencia, será una experiencia de la cual nunca se van a arrepentir. A mí me consta personalmente, lo he hecho y les prometo que una vez termino me siento mejor ser humano.

En Puerto Rico hay menos de 20 santuarios de perros y gatos en toda la Isla. La necesidad que tienen estos lugares es extrema. Hay algunos con más de 800 perros que en estos mismos instantes en que lees este escrito, no tienen comida ni personal suficiente para atenderlos.

Sé que suena descabellado el sacar de unas tres horas un domingo, cada tres o cuatro meses, para decir presente en alguno de estos santuarios localizados cerca de ti y dedicarte por ese tiempo a llevarles un poquito de comida, bañarlos, caminarlos y más que nada darles cariño.

Principalmente cuando son animales que nunca has visto, pero eso es precisamente lo hermoso de este acto. Hacerlo sin expectativas, sin esperar nada a cambio por un ser que ni conoces.

Te garantizo que el amor que recibirás a cambio por la gran mayoría de estas criaturas te dejará "bobo" o "boba". Después de todo, eso es lo único que un perro...

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