Y tú ¿cuán creativo eres?

end.croldan@elnuevodia.com

Los expertos definen la creatividad como la habilidad de crear algo original y práctico. Y coinciden en que todos somos creativos. Con el uso de técnicas y ejercicios también es posible potenciar el don. Así es que si te interesa provocar el alumbramiento de nuevas y útiles ideas lo primero que debes hacer es descartar el estereotipo del genio solitario inspirado únicamente por la depresión o la esquizofrenia que aunque por supuesto existen, no son la norma.

Las investigaciones en torno al tema han identificado características mucho más comunes en personas creativas. Para empezar: son felices y disfrutan lo que hacen. El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, dedicado a estudiar los tópicos de felicidad y creatividad creó la teoría del flujo. Esta plantea que cuando un sujeto tiene capacidad de hacer algo que, además, le produce placer queda inmerso en un estado extremo de placer, algo así como un éxtasis favorable a la creación. Así las cosas, la idea creativa -tiene que haberte ocurrido- puede surgir del impulso o la intuición. Aparece cuando menos lo esperas.

Esa satisfacción que produce hallar la solución que buscamos es tan agradable que parece magia. Por eso, la creatividad ha estado rodeada siempre por un aire casi místico que contribuye a que muchos la conciban como un poder casi divino que no pueden poseer.

Estudiosos de la creatividad como el doctor Robert Epstein, profesor de la Universidad de Harvard, se han empeñado en derrotar esta y otras creencias con la ciencia.

"La creatividad no es algo mítico. Es una extensión de lo que ya sabemos", asegura en uno de sus artículos el también director de Creativity International.

Plantea que la gente creativa tiene -o desarrolla- destrezas para la retención de ideas. Son conscientes de que esa solución que buscan puede surgir súbitamente y no están dispuestos a dejarla escapar.

Por eso están alertas a sus pensamientos y preparados para documentarlos. Tienen libretas en la mesa de noche, cargan con ellas en la cartera, los bolsillos o el carro. Si es necesario, salen corriendo a poner en práctica eso que se les ocurre. Para dramatizar la importancia de este concepto Epstein narra en uno de sus artículos el caso del científico Otto Loewi. Durante años buscó la solución a un problema de biología y la solución se le ocurrió en un sueño. Despertó y lo anotó en un cuaderno, pero la mañana siguiente no pudo descifrar su letra. La noche siguiente la musa volvió a aparecer en sueños. Ante esta segunda aparición de inspiración la reacción de Loewi fue quitarse la pijama y correr al laboratorio. Más adelante ganó el Premio Nobel gracias al trabajo que comenzó esa madrugada.

Otro de los ejercicios que recomienda Epstein es el reto. Para hacerlo, es útil plantearse lo que él llama preguntas abiertas que den paso a muchas respuestas sin que necesariamente haya una...

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