Yarovi juega con el mármol

Por Tatiana Pérez Rivera tperez@elnuevodia.com

Algo te choca cuando observas las diminutas figuras mitológicas inspiradas en el Fauno que López ejecuta en mármol negro. Algo te atrae y al mismo tiempo te aparta. La maestría en la técnica escultórica y la generosidad con los rasgos se topan con un elemento chocante, a veces grotesco y hasta lúdico. Sepa que es un acto deliberado de López, quien se define como "un obrero del arte".

"Cuando algunos ven al Fauno ven a Lucifer y nada tiene que ver", cuenta sonriente López, de 42 años, mientras trabaja piedras de mármol blanco en un taller improvisado en la Isla.

"Uso el elemento grotesco para hacer de él un tema poético. Hay que usar lo negativo para enfocarlo en lo positivo, esa es la salvación de alguna manera. Siempre hay un nexo así que identifica al espectador con mi obra".

Tan perdurable es el vínculo, que el único espectador que le manifestó el temor que su escultura le causó, aún le provoca preguntar por "el faunito".

López es el escultor de los faunos en mármol. Así lo conocen muchos en su Habana natal, donde vive y mantiene su taller en el que bien puede estar entre nueve y diez horas diarias por quince días corridos para lograr una pieza. En esas anda desde que comenzó a ganarse la vida en el arte desde el 1993.

Gracias a los faunos dos boricuas lo descubrieron en Cuba en 2009: el coleccionista César Cordero y el artista Marcos Alegría. Desde ese momento gestionaron la visita a Borinquen de López, un artista autodidacta y experimentado quien desde niño dedicó horas a perfeccionar "una oreja" en piedra o a crear juguetes a martillo y cincel.

"Me llamó la atención el trabajo impecable, la limpieza de la técnica y que usara mármol negro", cuenta Alegría.

"Las piezas que expondrá en Puerto Rico son un peregrinaje que le da alimento al alma", dice, de otra parte Cordero sobre la muestra "Travesía".

La realidad del caso es que la serie de faunos, mitad hombre y mitad cabra, fueron creadas por López con miras a "reinvindicarlo".

"Mi Fauno es contemplativo, divertido. A diferencia de la mitología, el mío es padre, quiere a sus hijos como yo a los míos", manifiesta recordando a Sebastián, de 6 años, y a Marcelo, de 2.

El sonido del cincel contra el mármol blanco y puro nos dirige hacia la mesa donde trabaja el artista. Lo obtuvo en Juana Díaz. Está concentrado en "el diálogo" con la piedras. La atracción es...

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