Alelados

Sergio Gutiérrez Negrón

"Que no me busquen en las frágiles hojas de los árboles", pidió Francisco Matos Paoli a principios de los sesenta, a la orilla, por fin, de las cárceles y la psicosis. Recordé el verso un viernes en la mañana, cincuenta y pico años después, en casa ajena, donde veía CNN en "mute", porque en la mía no tenía ni cable ni televisor.

Tres horas llevaba viendo un pueblo ser sitiado por agencias de seguridad en una dura empresa mediatizada, en algún lugar en Massachusetts, mientras que pensaba en el poeta lareño. A la vez, (descubriría después), escondíase un muchacho ensangrentado en un bote nunca náufrago, pensando, me imagino, algo muy similar ("Que no me busquen en el penúltimo verdor de las hojas / Ya para mí la vida/ degüella sus espejos trasnochados/ y no hay rumor posible en los eneros").

Nada tiene una cosa que ver con la otra, lo confieso; y quizás encabalgar las dos a la fuerza sea síntoma de un mal acuñable a la distracción y al ocio. Pero nada pasaba en la tele, y decidí regalarle una tarde (ahora una columna) al enorme quetzal de la nada (a Matos Paoli, digo). No sé; en el momento, contrariar la violencia con poesía tenía sentido. Así comenzó, supongo, y luego la idea de insertar al poeta entre las páginas del periódico pareció...

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