Bocadillo

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

La distracción como elemento de control, todo eso junto.

Lo del recuento de los votos de las primarias es patético. Si han sido capaces de engañarse entre ellos mismos, siendo personas que supuestamente comparten una visión de País y que, además, son compañeros de partido, ¿qué se puede esperar para las elecciones?

Y es bueno profundizar un poco en el canibalismo partidista, que nada tiene que ver con convicciones o aspiraciones políticas de mayor o menor envergadura. Unos cuantos caciques recurren a la trampa, al soborno o a la violencia si es preciso (porque el engaño es violencia), para ubicar en puestos clave a compinches de su entera confianza. Se destapa a medias el putrefacto esquema, del que atisbamos sólo los detalles más obvios, los más folclóricos, pero la trama permanece intacta.

Nadie debe esperar que ese recuento, y las pesquisas a las que ha dado lugar, conduzcan a ninguna parte. Al contrario. Los principales partidos colaboran en el paripé, y es vergonzoso ver cómo doblegan y contaminan a la Comisión Estatal de Elecciones. Lejos de ser una institución respetable, que defiende a capa y espada su independencia, se ha convertido en un tugurio de intereses ajenos a la transparencia o a la voluntad de los electores.

Se pelean unos con otros, falsifican firmas y destruyen la poca fe en el sistema electoral, no porque quieran llevar adelante un proyecto social y transformar la situación del País, sino por dinero. La mayoría de los candidatos saben que no tendrán en qué ocuparse si los echan de la Legislatura o de las alcaldías. Entonces se dan cuenta de que, a partir del próximo enero, tendrían que volver a sus antiguos empleos, si es que tenían alguno, o ponerse a gestionar, y a veces mendigar, asesorías.

Todavía retumban los ecos de aquel legislador que confesó cándidamente que había llegado al Capitolio luego de "trabajar", durante algunos años, como ayudante de la primera dama de Cataño.

Con la tenencia de un puesto legislativo gozan de sueldazo, carro, chofer y dietas, a lo que hay que sumar el incentivo de las vacaciones y unos lánguidos recesos que no tiene otro trabajador. Ante el peligro de que tales privilegios se conviertan en sal y agua, matarán (en sentido figurado, o eso esperamos) con tal de ser incluidos en la papeleta.

De ninguna pesquisa saldrá nada: ni expulsiones, ni acusaciones, ni mucho menos un sistema electoral más robusto.

¿Cuánto dinero se está dilapidando en esto? En logística...

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