Una cereza para la bota carabinera
Autor | Daniel Beltrán Torres |
Páginas | 175-179 |
1752018
UNA CEREZA PARA LA BOTA CARABINERA
POR: DANIEL BELTRÁN TORRES
Me encuentro en una obligación moral. Escribirte sin más. Contar una expe-
riencia, con cinismo, temor, sarcasmo, crudeza, irreverencia y, sobre todo, amor.
Intentar explicar realidades para que aprendas a vivir en este mundo, que, a pesar
de tanta vocación fratricida, sigue siendo un maravilloso lugar. Tengo que hacer
varias advertencias. Primero, según se esgrime el texto, tengo una condición. Soy
Facultad. Me pasa lo mismo que a Fernando Savater mientras recibía el Honoris
Causa de la Universidad Simón Bolívar en Caracas, cuando decía que era “una
especie de espía de otro tipo de ejército dentro del mundo de la academia, del rigor
y de la transmisión [y aprendizaje en mi caso] seria de los conocimientos. Lo que
pasa es que después de tantos años de estar haciendo esa labor de espionaje, en
buena medida me considero ya parte de los espiados y no solamente ese espía que
fui en otro momento”.1 Cuando llegues, tal vez ya sea abogado, y en mi tiempo li-
bre me dedique a buscar justicia. Me da gusto escribirte, y tengo que advertir como
segundo escarmiento, que no pretendo guardar rigores de estilo. Esto es un cuento,
un diario, una historia mal contada, un puñado de prejuicios, una oda a la libertad,
Soy animal de costumbres, y lo verás en la redacción. Escribo a espacio y me-
dio, en letra Arial -guardando el margen- y dejo notas al calce, como el que deja
un rastro de migas de pan para poder regresar sin perderse o para que otro, en este
caso tú, me encuentres. Me hubiese gustado escribir a puño y letra, pero a estas
-
drás oportunidad de ver mi letra, y algún día agradecerás el uso del ordenador y la
mecanografía.
Recurro a la letra, ¿Acaso tengo otra opción? Últimamente para lo único que
sirvo, es para escribir. Malo, a mi manera, pero cincelo el periplo en la hoja. Salía
de un país detenido en el tiempo, azotado y azaroso. El piloto anunciaba la hora del
aterrizaje en Santiago, nos informaba del clima y la hora con un español sospecho-
so. Para nosotros era indiferente, era un viaje a la memoria de un país, a sus más
oscuros años, al motivo de su oprobio colectivo. Un espacio que no todos visitan,
y que otros viven para ningunear. De camino pensaba en la colisión constante de
1 Fernando Savater, Acto de conferimiento del Doctorado Honoris Causa en Universidad
Simón Bolivar, jueves 29 de octubre de 1998, Caracas, (1999).
CHILE: EL SUR VISTO A TRAVÉS DE LAS LETRAS DE NUESTROS ALUMNOS
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