El cuentito de Juan

ABRAHAM LINKEWER

PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE COMERCIO PUERTO RICO-ISRAEL

Juan, que ése era su nombre, vio en nuestra isla a su gente buena que lo recibió con los brazos abiertos, y una nación que le dio su ciudadanía sin exigirle más que obedecer sus leyes y sus principios.

Trajo a su familia, comenzó a trabajar en su profesión y logró dar a sus hijos una buena educación en esta tierra bendita. Al correr de los años, y con lo que llaman progreso, vio pavimentar calles, ponerle rejas a las casas que antes no se trancaban y nuevas generaciones que se hartaban de comidas rápidas que engordaban al instante. Después Juan vio llegar la política sucia, la criminalidad y la corrupción a esta tierra bendita y decidió que tenía que expresarse, hablar y gritar a toda voz que estamos mal, que tenemos que recapacitar y tomar decisiones. Y quizás sea por eso que comenzó a escribir.

Y este cuentito, que me envió, quiero compartirlo con todos. "Cuenta la historia que la isla más bonita del Caribe, la nuestra, que con orgullo llamamos Preciosa, estaba cortejando a un novio hermoso y rico, que se llamaba la Nación Americana. La familia del novio eran 50 hermanos a los cuales les llamaban estados y el padre que se llamaba el Congreso. Lo cortejó durante muchos años en una relación consensual. Pero como Preciosa no tenía modo de subsistir sin ayuda, el padre del novio, o sea el Congreso la ayudaba con la transportación, la escuela y sus alimentos".

"Pasados los años, la novia, Preciosa, nuestra isla, seguía en esa relación consensual, y el padre del novio, el Congreso, estaba muy preocupado porque la novia gastaba cada vez más y no se decidía a casarse con el novio, o sea la Nación Americana, o divorciarse y cada cual seguir su camino".

"El potencial suegro, el Congreso, le había dado a la novia, nuestra isla Preciosa un documento que confirmaba el noviazgo, que se llamó el pasaporte americano, y le dijo a la novia que ese pasaporte lo podría perder si se dejaba del noviazgo. La novia, nuestra isla, Preciosa, tenía el dilema de si se casaba con el novio, la Nación Americana, o...

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