Lágrimas y dolor por Dylan

Por Aurora Rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

Minutos más tarde, antes de que el día llegara a las 2:00p.m. el diminuto cuerpo de dos años y cinco meses de Dylan Emmanuel Díaz Salgado fue colocado en el nicho número 430 de la sección más alta del campo santo de este municipio.

Arrodillado frente al hueco cuadrado de la estructura de cemento, su padre, Henry Díaz Rivera, fue deslizando poco a poco el pequeño cofre forrado con un material que asemejaba algodón. Lo hacía tan lentamente, como si quisiera prolongar aquel último contacto. En realidad, su último contacto con el niño en vida había sido dos o tres meses atrás, ya que dijo estar separado de Rayma Salgado Torres, con quien lo procreó.

"Estábamos bregando la situación de la pensión y esas cosas, y hace como uno o dos meses (que lo vi)", recordó. "Era un bebé extraordinario, tranquilito, juguetón, un angelito, Cuando yo lo tenía en mi casa, siempre estaba tranquilo y no presentaba signos de violencia. Decía 'pa', 'ma', 'abu', 'jugo', 'cositas", indicó al explicar que el pequeño no podía expresarse aún, pero nunca sospechó que fuera maltratado.

Díaz Rivera dijo no conocer al padrastro de su hijo ni haber visitado el hogar donde vivían. A Salgado Torres la describió como una buena madre. Lamentó la tragedia que también vive la niña de cinco años de la mujer, a quien crió mientras convivieron y cuya custodia asumió el Departamento de la Familia.

"Que se haga justicia por mi hijo", reclamó el padre de otro varón de seis años y de una infante.

La comitiva fúnebre que acompañó a la familia al campo santo, lo hizo caminando desde la Funeraria Vida Eterna, localizada en el casco urbano de Comerío y donde los restos del menor fueron velados por unas cuatro horas. Lloviznas caían y canciones infantiles avisaban que era un niño quien había perdido la vida.

La madre del...

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