Una encomiable labor musical

por Luis Hernández Mergal

Especial El Nuevo Día

El relativamente corto pero ambicioso programa constó de tres obras sinfónicas: la Obertura a La gazza ladra de Rossini, el poema sinfónico Les Préludes de Franz Liszt y la Sinfonía núm. 40 en sol menor, K.550, de Wolfgang Amadeus Mozart. Si bien hubo sus momentos difíciles -una entrada adelantada de un violín en Rossini, problemas de balance entre las secciones en Liszt, falta de matices en Mozart- también hubo momentos felices en que el maestro logró un buen sonido de la orquesta e inspiró a los instrumentistas a dar lo mejor de sí. Vale decir que es este un repertorio de gran envergadura y el trabajo de Mattos y la orquesta fue muy digno.

Hay que quitarse el sombrero ante lo que representa un gran esfuerzo por parte de estos jóvenes...

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