La misteriosa infancia

Por Carmen Dolores Hernández

"Nací cuando mis padres ya no se querían." Este comienzo nos sobresalta. Y nos adentra inmediatamente en el mundo extraño de Adriana, la niña que -perspicaz y a la vez inocente- narra esta historia. Esa niña, la hija más pequeña del matrimonio desamorado, vive en dos mundos: el que la rodea y el que ella misma crea y le sobreimpone al otro. El suyo es más imaginativo, rico en misterios, incidencias y personajes: es un espacio mágico que la acoge, a diferencia del mundo de los "Gigantes" -la gente mayor- en el que se siente aislada y olvidada. Es una niña que crece dentro de una casa triste, mucho menor que sus tres hermanos y olvidada por sus padres.

Con un estilo sencillo, muy preciso y también luminoso, Ana María Matute describe el mundo de Adriana: el de la cocina, los cuartos de servicio y las entradas traseras; el de los porteros y los choferes y, sobre todo, el de la cocinera Isabel y la Tata María. Son los criados quienes la miman y la cuidan; son ellos quienes la quieren y protegen, aunque tampoco vean el unicornio que, salido de un cuadro, se le aparece, fugaz, en sus correrías nocturnas.

Cuando Adriana encuentra un amigo en Gavrila, el vecino, hijo igualmente solitario de una bailarina rusa, su vida se transforma. Juntos entran en un mundo compartido de fantasía y complicidad no bien visto por la familia de ella. Juntos, también, se enfrentan por primera vez a las injusticias y crueldades de los adultos cuando el ayo de Gavrila resulta víctima de una violencia sin sentido. Su amistad...

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