Neveritas

Nanny Torres

REPRESENTANTE DEL LECTOR

En un negocio cerca de la playa compró una neverita, la llenó de hielo y cervezas y cuando se disponía a disfrutar de su día de sol y agua fresca, dándose la "fría", un empleado del lugar le aguó la fiesta cuando le dijo que no podía consumir bebidas alcohólicas en el área. Quedó de una pieza. Las reglas eran claras: nada de barbacoas ni de alcohol. Y como al país que fueres, haz lo que vieres, se ajustó a las reglas, regaló las cervecitas y se fue de refresco toda la tarde. En aquella playa, tranquilo. Una que otra música, nada que interrumpiera su tranquilidad.

De regreso a Puerto Rico, el cuerpo le pidió playa, así que se fue con sus hijos adolescentes para la del Escambrón. Y lo que se llevó fue una gran desilusión. Cuenta que no hizo nada más que abrir la sombrilla y las sillas, cuando un grupo de jóvenes se acomodó a su lado, con una nevera de playa gigante. Aquella cosa tenía unas bocinas enormes y la música que salía de tal engendro era asquerosa.

No conforme con el escándalo, los chicos se pusieron a beber y a fumar marihuana sin ningún reparo. No había pasado una hora cuando la playa estaba literalmente tomada por estos aparatos. Uno en cada esquina. Parecía una competencia del más que hiciera ruido con la música más espantosa.

Buscó, sin éxito, algún oficial del orden público. Así que no lo...

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