Ojo por ojo

Huáscar Robles Carrasquillo

Otro cosa a retener es que vivimos una cultura de persecución. Antes o después de una catástrofe pareciera que somos perennes víctimas. Vivimos en alerta naranja, buscamos refugio en la imposibilidad de una hecatombe y nos preparamos comprando armas que luego caen en manos de sicarios e irónicamente causan el mal que queríamos prevenir.

Y es ése el problema. La preparación e hipervigilancia procede de una cultura de miedo que se ha propagado con el propósito de mercadear falsos sentidos de protección llámense arma, alarma o póliza de seguro.

El ser víctima se convierte en una enfermedad curable mediante la adquisición de productos bélicos que no están sujetos a la aleatoriedad. Nadie está listo para lo desconocido.

Pero quién puede juzgar a quien porta un arma otorga una fuente fantasiosa de poder. Tal vez por su ubicuidad en los medios de comunicación o por la triste realidad de que ver a seres humanos sufrir la muerte de otros, nos hace sentir inexorablemente indefensos.

Es un abominable ciclo -y circo- de...

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