Salvado por un tranque

Por Limarys Suárez Torres

lsuarez1@elnuevodia.com

Ochenta y tres años después de proscribirse la pena de muerte en Puerto Rico, el jurado compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres se negó a claudicar a sus propias convicciones y a sus juicios personales, y el impasse permaneció hasta que lo plasmaron en la hoja de veredicto.

La tensión era intensa en la fría sala del Tribunal Federal.

El reloj marcaba las 12:35 p.m. cuando el juez federal Jay A. García Gregory ordenó a Burgos Montes a ponerse de pie junto a sus abogados, Steven Potolsky y Rachel Brill.

García Gregory había leído previamente que el jurado tomó una determinación a las 11:53 a.m. después de tres días de deliberación y un total de 12 horas aproximadas de trabajo.

"Sí, sí, sí...", se escuchó decir 17 veces corridas a la secretaria de sala señalando los hallazgos del jurado sobre los agravantes probados más allá de duda razonable por las fiscales federales Julie Mosley y Marcela Mateo.

Parecía que el jurado condenaría a Burgos Montes a la pena capital y los rostros de angustia entre sus familiares y abogados eran evidentes.

Según el veredicto, el jurado no tuvo duda de que el contratista yaucano asesinó a la informante de la Administración federal Antidrogas (DEA) con intención y tras una planificación sustancial.

"No hemos podido llegar a un voto unánime de una sentencia de muerte o de cadena perpetua. Entendemos que la corte debe imponer una sentencia de cadena perpetua sin la posibilidad de que quede en libertad", dictaminó el jurado, según leyó en sala la secretaria Gretchen Rodríguez.

Rodríguez fue la misma secretaria de sala que anunció el veredicto de rechazo a la pena capital para Carlos Ayala López en el 2006.

La instrucción número dos del jurado trataba sobre su independencia de criterio en su labor de deliberar y que cada uno era un juez particular de los hechos.

El veredicto señaló que de los 19 mitigantes para Burgos Montes que favorecían la cadena perpetua, seis no convencieron al jurado, entre ellos el que el convicto era un buen padre y que existiese duda residual sobre la muerte y planificación de Semidey Morales.

Diez jurados se convencieron, como mitigante, de que la vida de Burgos Montes era valiosa para sus familiares aun en el contexto de una cadena perpetua.

El tranque en el jurado demostró que el Gobierno federal en Puerto Rico ha fracasado en sus cuatro intentos de lograr condenas de muerte en la Isla, un castigo vetado en Puerto Rico desde el 29 de...

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