¿La última la paga el diablo?

Lic. Miguel A. Maza

Presidente de la Sociedad de Abogados de Cobro de Dinero

Nuestro Código Civil define lo que es la compra y venta como un acuerdo mediante el cual uno de los contratantes se obliga entregar una cosa determinada y el otro a pagar por ella un precio cierto, en dinero o algo que lo represente. Es decir que el que compra paga.

Los reportes económicos más recientes parecen indicar que el deporte nacional es comprar y no pagar. Las estadísticas reflejan que somos estudiantes aventajados en el tema de dónde y cómo pedir, gastar y no pagar. Véamos.

Según el censo de 2010 somos 3,725,789 millones de habitantes en esta bendita tierra. De esos trabajamos el 40.3% y 844,000 familias recibiendo en el beneficio del PAN. Hay más de 550 centros comerciales. El Comisionado de Instituciones Financieras reporta que este 2011 hay 11 bancos locales, 29 extranjeros, 2 bancos gubernamentales, 5 financieras, 23 casinos, 95 casas de empeño, 98 de ventas a plazo y tarjetas de crédito, 164 de arrendamiento mueble [leasing], solo a modo de ejemplo.

Informes públicos de la oficina de la Reserva Federal de Nueva York, que incluye a Puerto Rico reflejan que para el año fiscal 2010 la deuda per cápita era de $ 23,843. Expertos en el tema coinciden en que este año el ingreso per cápita debe estar cerca de los $ 10,000. La matemática es sencilla tenemos más gastos que ingresos en promedio.

Así las cosas, un simple análisis de la situación económica puertorriqueña demuestra la razón por la que miles de consumidores están recibiendo llamadas, cartas y demandas de cobro, aún así hay gente que se hacen los sorprendidos. Parece ser que la segunda parte del postulado de causa y efecto o de compra y paga preferimos ignorarlo hasta que nos llegue el recordatorio de pago.

Nuestra sociedad está orientada para bien o mal, a consumir. El deporte de gastar arropa a todos los sectores, colores, sexos y religiones. Aún así, la gente se ofende al recibir una carta de cobro y que el acreedor pretenda cobrarles.

Hay que admitir que hay mucha gente honesta y trabajadora que ante la crisis financiera está pasando por su peor momento. Sin embargo, ese grupo es fácil de distinguir, indistintamente de su formación profesional u origen social. La actitud, su sentido de responsabilidad, su agradecimiento con una institución que le brindó una oportunidad no pasa en vano y hacen arreglos genuinamente conscientes dentro de sus posibilidades.

Hay que tener presente que la situación...

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