Arte público, un ejercicio Incomprendido

Por Ana Teresa Toro .ana.toro@elnuevodia.com

En Puerto Rico el arte público ya no es importante. En este momento cualquier esfuerzo relacionado ha ido a parar a las catacumbas de lo que podría considerarse prioridad. No hay política pública y uno de los esfuerzos más relevantes, la creación de la Ley de Arte Público del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (la Ley 107 del 16 de agosto de 2001), acaba de desarticularse tras la derogación de esta ley el pasado 30 de agosto por la actual Legislatura. Se indicó que el dinero que correspondería a proyectos artísticos sería transferido al Fideicomiso de los Niños (creado en virtud de la Ley 173 de 1999, según enmendada). Y contra eso, como se podrá imaginar, es complicado debatir. Después de todo, nadie se opone a esfuerzos que vayan dirigidos al bienestar de la niñez. Ahora bien, ¿cuáles proyectos? ¿Quién garantiza que se trata de esfuerzos meritorios y legítimos? ¿Por qué a la hora de desangrar presupuestos la cultura siempre pareciera ser el primer donante de sangre? O digámoslo de manera más elocuente: ¿Y el arte, qué?

Esta ley creó el Fondo Estatal de Arte Público, que se nutría del 1% del costo de construcción de cada instalación o edificio público, que debía ser destinado a la adquisición, instalación y exhibición de obras de arte creadas por artistas puertorriqueños, sin que se entienda como limitación. En el 2004, fue enmendada para aumentar la aportación a un 2%. Por primera vez, desde el Gobierno, se fraguó un esfuerzo concreto -y pensado a largo plazo- en el que el estímulo a la producción artística pública se vinculó a la agenda del desarrollo de infraestructura.

De la derogación de esta ley poca gente se enteró. No hubo vistas públicas, pasó así, por lo bajito.

De inmediato la comunidad artística, así como instituciones como la Asociación Internacional de Críticos de Arte, Capítulo de Puerto Rico (AICA-PR) que preside la exrectora de la Escuela de Artes Plásticas Marimar Benítez, se manifestaron en contra y aseguraron que esto se trata de un ejemplo más de la "ignorancia cultural" de nuestros gobernantes.

En su momento, al ser abordado sobre el tema, el gobernador Luis Fortuño respondió: "Todos tenemos que escoger", con relación a la derogación. Una respuesta que fue percibida como un discreto endoso a la decisión de la Legislatura.

Sin embargo, en honor a la verdad, se trató de una ley que en la mayoría de los casos fue letra muerta. "No se honró, no se siguió de manera...

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